Tuve por primera vez conocimiento de los símbolos patrios de Venezuela siendo muy niña. Cuando me pusieron a dibujar por vez primera el Escudo nacional, recuerdo que la mayor dificultad fue la de dibujar "El caballo indómito", que simboliza la libertad de nuestro país.
Muchos fueron los debates suscitados con el cambio de dirección del galope del caballo cuando entre el 7 y el 9 de marzo del año 2006 a la Asamblea Nacional le dio por poner a correr al Caballo indómito como otrora lo hieran los líderes de la revolución federal... No es mi intención alargar esos debates. Aquí se trata simplemente de realizar un ejercicio de memoria de las sensaciones que he experimentado durante los últimos trece años.
Navegando por la historia de Venezuela me doy cuenta que, como venezolanos, no hicimos nada frente a la locura de dejar hacer al gobierno revolucionario lo que le diera la gana. Muchos dirán que hubo muertos, que la gente salió a la calle el 11 de abril, que nos cansamos de tocar cacerolas. Lamento constatar que todo esto no fue suficiente pues Venezuela no somos unos cuantos... Venezuela "somos todos". Y "todos", ocupados en nuestro día a día, sólo pegamos el grito al cielo cuando ya el mal que le han hecho a la República parece inexorable. Ahora que nos hemos dado cuenta de que la economía se nos viene abajo, que en los ministerios y oficinas públicas ya no se enarbola la bandera venezolana sino la cubana, que el trabajo psicológico lento y solapado que consistió en despojarnos de nuestra historia, de nuestros recursos y de nuestra soberanía, ha dado sus frutos. Quién acaso dijo algo cuando recién después del dudoso "golpe del 11A", la revolución se intensificó y comenzaron a aparecer, al lado de la foto oficial del presidente, afiches del Ché Guevara y de cubanos barbudos y vestidos de verde que se hicieron llamar líderes de una revolución (vendidos a Rusia, aliados con el narcotráfico y convertidos hoy por hoy a la economía petrolera), en escuelas públicas, en las oficinas de la ONIDEX (oficina que, de paso sea dicho, es la encargada de gestionar todo lo relativo a nuestra identidad !). Alguno que otro se quejaría pero qué peso puede tener una voz o cien, o mil, en medio de 28 millones que somos todos los venezolanos... La mitad de quienes se lamentaron y se opusieron se han ido de Venezuela, un cuarto, no se sabemos si luchan por Venezuela o por sus intereses propios y el otro cuarto hemos decidido resignarnos a sufrir con paciencia este mal que nos acongoja y entristece, haciéndonos escuchar como podemos, pues no por estar sometidos somos menos responsables del giro que esta dando nuestra historia. Por más que la mayoría haya sido literalmente despojada de su identidad, desorientada, manipulada con mentiras sobre un régimen que se dice bueno e igualitario; NO podrán, por más que quieran, hacer que "todos" olvidemos quiénes éramos y hacia dónde íbamos...
Que no se nos olvide que somos un pueblo indómito, porque el pueblo somos "todos", y somos muchos quienes aún resistimos a convertirnos en un pueblo sumiso. Ahora, que la Venezuela viste de rojo, nos lamentamos de que se haya pintado con la sangre de miles de venezolanos, emitimos nuestras quejas a la Corte Celestial pues, con el anhelo de entrar a una democracia participativa, ya no sabemos ni siquiera quién nos representa !
La Academia Nacional de la Historia se ha cansado de emitir comunicados y pronunciamientos (sobre el cambio de los símbolos patrios, 9/02/2006, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php ; sobre el uso indebido de la figura de Bolívar, 02/03/2006, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php y finalmente una reflexión más elaborada haciendo un llamado a la ciudadanía a "salvar la república" el 8 de abril de 2010, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php ). Mi pregunta es la siguiente : estamos aún a tiempo de salvarla ? de qué manera hacer que a quienes no les duele la patria sino el cuerpo y el bolsillo se sientan interpelados con todas estas cuestiones ?
Muchos fueron los debates suscitados con el cambio de dirección del galope del caballo cuando entre el 7 y el 9 de marzo del año 2006 a la Asamblea Nacional le dio por poner a correr al Caballo indómito como otrora lo hieran los líderes de la revolución federal... No es mi intención alargar esos debates. Aquí se trata simplemente de realizar un ejercicio de memoria de las sensaciones que he experimentado durante los últimos trece años.
Navegando por la historia de Venezuela me doy cuenta que, como venezolanos, no hicimos nada frente a la locura de dejar hacer al gobierno revolucionario lo que le diera la gana. Muchos dirán que hubo muertos, que la gente salió a la calle el 11 de abril, que nos cansamos de tocar cacerolas. Lamento constatar que todo esto no fue suficiente pues Venezuela no somos unos cuantos... Venezuela "somos todos". Y "todos", ocupados en nuestro día a día, sólo pegamos el grito al cielo cuando ya el mal que le han hecho a la República parece inexorable. Ahora que nos hemos dado cuenta de que la economía se nos viene abajo, que en los ministerios y oficinas públicas ya no se enarbola la bandera venezolana sino la cubana, que el trabajo psicológico lento y solapado que consistió en despojarnos de nuestra historia, de nuestros recursos y de nuestra soberanía, ha dado sus frutos. Quién acaso dijo algo cuando recién después del dudoso "golpe del 11A", la revolución se intensificó y comenzaron a aparecer, al lado de la foto oficial del presidente, afiches del Ché Guevara y de cubanos barbudos y vestidos de verde que se hicieron llamar líderes de una revolución (vendidos a Rusia, aliados con el narcotráfico y convertidos hoy por hoy a la economía petrolera), en escuelas públicas, en las oficinas de la ONIDEX (oficina que, de paso sea dicho, es la encargada de gestionar todo lo relativo a nuestra identidad !). Alguno que otro se quejaría pero qué peso puede tener una voz o cien, o mil, en medio de 28 millones que somos todos los venezolanos... La mitad de quienes se lamentaron y se opusieron se han ido de Venezuela, un cuarto, no se sabemos si luchan por Venezuela o por sus intereses propios y el otro cuarto hemos decidido resignarnos a sufrir con paciencia este mal que nos acongoja y entristece, haciéndonos escuchar como podemos, pues no por estar sometidos somos menos responsables del giro que esta dando nuestra historia. Por más que la mayoría haya sido literalmente despojada de su identidad, desorientada, manipulada con mentiras sobre un régimen que se dice bueno e igualitario; NO podrán, por más que quieran, hacer que "todos" olvidemos quiénes éramos y hacia dónde íbamos...
Que no se nos olvide que somos un pueblo indómito, porque el pueblo somos "todos", y somos muchos quienes aún resistimos a convertirnos en un pueblo sumiso. Ahora, que la Venezuela viste de rojo, nos lamentamos de que se haya pintado con la sangre de miles de venezolanos, emitimos nuestras quejas a la Corte Celestial pues, con el anhelo de entrar a una democracia participativa, ya no sabemos ni siquiera quién nos representa !
La Academia Nacional de la Historia se ha cansado de emitir comunicados y pronunciamientos (sobre el cambio de los símbolos patrios, 9/02/2006, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php ; sobre el uso indebido de la figura de Bolívar, 02/03/2006, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php y finalmente una reflexión más elaborada haciendo un llamado a la ciudadanía a "salvar la república" el 8 de abril de 2010, véase http://www.anhvenezuela.org/index.php ). Mi pregunta es la siguiente : estamos aún a tiempo de salvarla ? de qué manera hacer que a quienes no les duele la patria sino el cuerpo y el bolsillo se sientan interpelados con todas estas cuestiones ?
Permitimos que nos quitaran a nuestro caballo indómito y que volvieran a imponer en nuestro escudo de armas el caballo pendejo que galopa adonde quien sea que lo monte lo quiera llevar, aquél que continuaba la cadena de guerras civiles desencadenadas desde la Independencia y que por un siglo azotaron y diezmaron a población venezolana. Al caballo de Guzmán, el que va con la cabeza agachada por donde el dictador más megalómano del país, el que impuso la moda de los epítetos y adulaciones, de los cortejos, el que dejaba el país a la buena voluntad de los pequeños caudillos que le habían jurado fidelidad, los cuales hacían el amague de "gobernar" mientras que el líder de líderes se encontraba en el exterior haciendo vayan ustedes a saber qué diablos y las nuevas élites venezolanas dilapidaban el dinero del pueblo en una cantidad de proyectos surrealistas. Y mientras se anunciaban nuevos decretos, se construían trenes y estatuas, y se censuraba todo tipo de oposición interna, aumentaba la deuda externa e interna del país y se eludían las obligaciones de pago, aludiendo mil y un razones, tales como "la lucha contra el imperialismo", o la misión que, desde que Bolívar pronunciara su Discurso de Angostura, incumbía a Venezuela : la de liberar del yugo a los países hispanos del continente americano. Lo mejor del romanticismo que nos caracteriza y de nuestro egocentrismo criollo, es que nos conviene tanto para no percatarnos de la realidad del país !